jueves, 31 de octubre de 2013

Más ternura... Cuídame


MAS TERNURA...

CUÍDAME. 
Pedro Guerra y Jorge Drexler



Cuida de mis labios
Cuida de mi risa
Llévame en tus brazos
Llévame sin prisa

No maltrates nunca mi fragilidad
Pisare la tierra que tu pisas
Pisare la tierra que tu pisas

Cuida de mis manos
Cuida de mis dedos
Dame la caricia
Que descansa en ellos

No maltrates nunca mi fragilidad
Yo sere la imagen de tu espejo
Yo sere la imagen de tu espejo

Cuida de mis sueños
Cuida de mi vida
Cuida a quien te quiere
Cuida a quien te cuida

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia
Yo sere el abrazo que te alivia

Cuida de mis ojos
Cuida de mi cara
Abre los caminos
Dame las palabras

No maltrates nunca mi fragilidad
Soy la fortaleza de mañana
Soy la fortaleza de mañana

Cuida de mis sueños
Cuida de mi vida
Cuida a quien te quiere
Cuida a quien te cuida

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia
Yo sere el abrazo que te alivia

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia

lunes, 28 de octubre de 2013


DEJEN QUE LOS NIÑOS VENGAN A Mí

"Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
 Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
 Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
 Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos". Mc,10






jueves, 24 de octubre de 2013

Reflexiones...

Quizá no sea el lugar adecuado para este compartir tan personal pero amparándome de forma un poco cobarde quizá en un seudónimo me voy a atrever por la conexión que este espacio ha tenido con mi experiencia.

Pongámonos en situación: 
Final de un día duro, de una semana dura... que se está alargando, no sé exactamente el motivo. Termina la celebración de la Eucaristía, poco a poco la gente va abandonando el templo, las luces se van apagando pero el Magnificat de Taizé sigue sonando trayendo a mi memoria ecos de un precioso verano. Sentada al fondo, tengo una perspectiva espectacular de una maravillosa cruz de madera, que iluminada desde su parte posterior ofrece un juego de luces y sombras, en el templo ya en casi total oscuridad, no apto para personas con alto índice de sensibilidad... Unas 5 o 6 personas y esa cruz entre penumbras...ya no sé si suena música o no. Me siento en paz, tranquila...de repente viene a mi mente la imagen de portada de este blog... yo soy ese niño en manos de Él. 
Manos cálidas, tiernas, amorosas pero a la vez fuertes, seguras... y mis preocupaciones, tristezas, cansancios... poco a poco se esfuman... y recuerdo las palabras del profeta Isaías (49, 15-16)

Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? 

Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. 

He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida;...


Palabras que entremezclo con el salmo 138... ¡cuánto me gustaría saberlo de memoria para poder recitárselo a Él en estos momentos!

Y para ser consciente de lo que está sucediendo, me repito a mi misma: 
El Señor está pasando ahora, ¿no lo ves? ¿no lo sientes?... atesora estos momentos en tu corazón.


...  Podría haber estado así toda la eternidad  
                                                         
                                                                                                                        ...  y quién no, ¿verdad?

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.

Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?

Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,

allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,

ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.

Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando, 
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,

tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!

Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Dios mío, ¡si matases al malvado,
si se apartasen de mí los asesinos

que hablan de ti pérfidamente,
y se rebelan en vano contra ti!

¿No aborreceré a los que te aborrecen,
no me repugnarán los que se te rebelan?

Los odio con odio implacable, 
los tengo por enemigos. 
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,

mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.


miércoles, 23 de octubre de 2013



CUÍDAME
Pedro Guerra y Jorge Drexler



Cuida de mis labios
Cuida de mi risa
Llévame en tus brazos
Llévame sin prisa

No maltrates nunca mi fragilidad
Pisare la tierra que tu pisas
Pisare la tierra que tu pisas

Cuida de mis manos
Cuida de mis dedos
Dame la caricia
Que descansa en ellos

No maltrates nunca mi fragilidad
Yo sere la imagen de tu espejo
Yo sere la imagen de tu espejo

Cuida de mis sueños
Cuida de mi vida
Cuida a quien te quiere
Cuida a quien te cuida

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia
Yo sere el abrazo que te alivia

Cuida de mis ojos
Cuida de mi cara
Abre los caminos
Dame las palabras

No maltrates nunca mi fragilidad
Soy la fortaleza de mañana
Soy la fortaleza de mañana

Cuida de mis sueños
Cuida de mi vida
Cuida a quien te quiere
Cuida a quien te cuida

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia
Yo sere el abrazo que te alivia

No maltrates nunca a mi fragilidad
Yo sere el abrazo que te alivia

martes, 22 de octubre de 2013


Un gesto de Ternura



"Ningún día es igual a otro, cada mañana tiene su milagro especial, su momento mágico, 
en el que se destruyen viejos universos y se crean nuevas estrellas" 
Paulo Coelho

lunes, 21 de octubre de 2013


LA TERNURA DEL PERDÓN


   

Mateo 18, 21-19,1

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

lunes, 14 de octubre de 2013

Somos lo que soñamos ser



Somos lo que soñamos ser

Es importante iniciar este nuevo curso reflexionando sobre nuestros sueños porque Somos lo que soñamos ser. Ésta es una verdad contundente y reconfortante. El «material» de nuestros sueños nos componen. Quien no sueña, no vive. Sin ellos la humanidad se habría extinguido,  sin ellos estaríamos muertas. Por eso nos conviene alimentar, cuidar, sostener sueños, nos jugamos la supervivencia.
El sueño es una energía, un dinamismo, una fuerza, algo que sale de dentro, que nos sostiene e impide que nos quebremos. Los sueños nos mantienen erguidas y en pie, conforman nuestros planes de vida y nos moldean. No importa si el sueño se cumple o no, tenerlo ya es una suerte. Los sueños nos hacen mujeres resistentes y reexistentes, en la resistencia habita la esperanza y en la reexistencia habita la posibilidad de vida de cada día. Somos soñadoras no ensoñadoras. Un sueño ha de ir acompañado de un evidente arremangarse para tratar de ir tras él; una ensoñación es un anhelo que, al no poner en marcha ningún mecanismo de vida, se queda vacío. Los sueños se pueden alimentar, como toda realidad viva. Un sueño alimentado, aunque sea poco, tiene futuro; un sueño no alimentado se esfuma.

Un gran fantasma recorre hoy nuestra sociedad global y nuestra Iglesia en particular: la desilusión, el desencanto. El realismo desencantado es una metástasis para los sueños. Una parálisis que nos agarrota y que nos hace vivir la amargura de una vida pobre. Nos encontramos, demasiadas veces, acoquinadas, con el alma encogida y con los sueños malheridos. Por otra parte nos invade el utilitarismo, el «para qué» nos atenaza. ¿Para qué sirven los sueños? Pareciera que la respuesta de E. Galeano «para avanzar», cuando habla de las utopías, no nos termina de convencer.

Los desalientos nos vuelven al ayer y bloquean el mañana; son una razón para detenernos, para abandonar, para instalarnos en la mediocridad... pero es preciso agarrarse a lo que sea y agarrarnos entre nosotras para transitar por el camino de los sueños. Podremos tener los sueños malheridos pero no están muertos y, a poco que nos empeñemos, de repente, rebrotan, surgen potentes; no en vano vivimos en la tierra de D. Quijote. Somos herederas de una rica tradición de grandes sueños y es enriquecedor que estén como telón de fondo de nuestros humildes y concretos sueños. Recordamos algunos:

Desde antiguo los hombres y mujeres del pueblo de Israel agobiados por las luchas y dificultades de la vida, soñaban y esperaban con ansia la llegada del Mesías que cambiaría su situación. Zacarías nos expresa el sueño de cómo sería la vida si Dios reinase (Zac 8,4-5). También el profeta Isaías sueña «el día» de la soberanía plena de Yahveh como una nueva creación (Is 65,17-19). Jesús de Nazaret, desde el comienzo de su misión, anuncia que Dios quiere hacer realidad el sueño de Israel. Ya ha llegado el tiempo de la salvación dispuesto por Dios (kairós), ahora se abre el inminente comienzo del Reino (Mc 1,15).

Han pasado 50 años desde que Martin Luther King pronunciara una de las piezas de oratoria más brillantes del siglo XX. Su discurso, sobre el sueño de que sus hijos llegasen a vivir en un país donde no se les juzgara por el color de su piel sino por su forma de ser, perdura en el recuerdo dentro y fuera de Estados Unidos.


No es de ingenuas tener sueños. Es cierto que hay que tener los pies en el suelo pero «matar al soñador», desde los tiempos de la Biblia, es empobrecer la comunidad humana.
Mª Carmen Martín Gavillero 
Mujeres y Teología. Ciudad Rea

domingo, 13 de octubre de 2013

SOMEWHERE OVER THE RAINBOW...


Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mi y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.  (Gn 9, 12-14)






miércoles, 9 de octubre de 2013



La Ternura de un abrazo



Queridos amigos, compartimos esta foto y esta noticia que nos han señalado, para quienes no la conozcan. Es una bella historia que muestra la preocupación sincera del ahora Papa Francisco por las personas que encuentra en su camino:

Recientemente tuvo lugar, en el Monasterio Santa Catalina de Buenos Aires, una exposición fotográfica titulada muestra “Francisco: servidor en Buenos Aires, servidor para el mundo”, obra del fotógrafo Enrique Cangas. Entre las imágenes presentadas destaca la que compartimos hoy, tomada por Cangas en 2006 en el Estadio Luna Park de Buenos Aires, durante un encuentro ecuménico: un joven adventista abraza a Jorge Mario Bergoglio, quien tiene la cabeza inclinada sobre su hombro. Bajo esta foto, Enrique Cangas escribió: “La ternura denota fortaleza de ánimo y capacidad de compasión”....

lunes, 7 de octubre de 2013

Una invitación a la reflexión

Nacemos con una perfecta unidad de todas nuestras dimensiones: relacional, física, psicológica (afectiva, intelectual), y espiritual, de manera que estamos en contacto directo con todo nuestro potencial espiritual. No estamos bloqueados por un conjunto de supuestos ni por un modo determinado de ver las cosas, todo es nuevo para nosotros/as. De aldultos la mayoría olvidamos nuestro ser original y la sabiduría que posee, de manera que nos olvidamos de como responder a lo que está dentro. A medida que vamos creciendo nos vamos enredando de hábitos, suposiciones y normas que nos van alejando de nuestro ser más profundo en función de potenciar y desarrollar las otras dimensiones de nuestro ser. El resultado es que vamos perdiendo la frescura de ver el mundo con los ojos nuevos y disfrutar de la vida por sí misma sin necesidad de buscar otros alicientes.

La presencia de los niños nos abre al dominio espiritual, y su espiritualidad nos recuerda que podemos escuchar nuestra sabiduría interior, descubrir el asombro cotidiano, aprender a mirar con los ojos del corazón, plantearnos las grandes preguntas y ver más allá de las apariencias.

Nuestro desafío como personas adultas puede ser  que, sin prescindir del conocimiento que la experiencia y los años nos ha ido dando, recuperemos la espontaneidad natural infantil de aprender a verlo todo con ojos de niño/a, como si fuera nuevo. 

Paradógicamente, somos nosotros/as quienes tendremos que buscar en los niños/as sus lecciones de sabiduría, aprender de ellos/as y reeducarnos a nosotros mismos al mismo tiempo que los acompañamos. Hacerlo, puede ayudarnos a ser personas más creativas y flexibles cognitivamente, a vivir más en el presente, a no reprimir nuestras emociones, sino vivirlas y sentirlas plenamente, de manera que no acumulemos episodios inconclusos, que sepamos estar más en el cuerpo y expresar nuestra ternura, ser más vulnerables y plantear preguntas en lugar de tener siempre respuestas.


sábado, 5 de octubre de 2013

viernes, 4 de octubre de 2013

 

Cántico de las criaturas 
 
(Canto a la Ternura de Dios)
 
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.

Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados
los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.
 




martes, 1 de octubre de 2013


 ALGUNAS NOTAS PARA ORAR 
CON EL ICONO DE LA VIRGEN DE LA TERNURA





- El rostro de María: Destaca la dulzura, la ternura y la intimidad que caracterizan el encuentro personal de la Virgen María y de Jesús y el modo en que María “conservaba todas esas cosas meditándolas en su corazón” (cfr. Lc. 2,19)

El rostro de María refleja el peso del sufrimiento que lleva dentro: “Una espada te atravesará el alma” (Lc 2,34-35) y adopta una actitud de abandono, dejando que su hijo la abrace, abarcándola por completo. Jesús, con un rostro que irradia humanidad y ternura, la protege y la consuela con su mirada compasiva y con el contacto de su mejilla con la de María. Ante la respuesta amorosa de su Hijo, contemplamos a la Virgen María gustando en su interior el Salmo 17,8: “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.”


La belleza del rostro de María no deslumbra exteriormente; se trata de una belleza interior, propia de quien está impregnada del Espíritu Santo, de cuya gloria es transparencia.

- La mirada. Lo más bello en su rostro son sus ojos: fuente de profunda paz. El secreto de su mirada interior volcada sobre la belleza del misterio de Dios se nos comunica a través de la mirada exterior. La mirada de la Santísima Virgen no se dirige a Jesús sino al orante que está delante. En esos ojos podemos contemplar la profundidad contemplativa de María ante el misterio de la Encarnación del Verbo y el terrible dolor ante sufrimiento redentor de su Hijo prolongado en su Cuerpo Místico que es la Iglesia.

María mira con ternura y tristeza a los que sufren en su peregrinación terrena y a la humanidad pecadora que ofende a Su Hijo. Al mismo tiempo nos está diciendo que no tenemos de qué preocuparnos, pues el Corazón de Jesús nos mira con compasión como lo hace con Ella: Dios es rico en misericordia, es consuelo para el que sufre y es luz para su pueblo que camina en tinieblas: “Aunque camines por cañadas oscuras, nada temas, porque el Señor va contigo”. (cf. Salmo 22, 4)

De inmediato vienen a la memoria las palabras de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, prolongación de los sentimientos del Sagrado Corazón de Su Hijo: “No temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna?” (Nican Mopohua)


El juego de miradas entre Jesús, María y nosotros es como una espiral o un círculo virtuoso que llama a un mayor amor y una creciente intimidad. Los ojos de María son grandes, con pupilas que se expanden y cejas que se prolongan, como queriendo abarcarnos a todos, los que nos acercamos a ella y los que no, y diciendo que esa invitación se extiende a todos los hombres por igual.

- Los oídos están cubiertos. La boca es pequeña. María guarda silencio, escucha la voz interior.

- Las manos de María: En el centro del icono está la mano izquierda de la Virgen indicando a Jesús. Nos dice: “Él es el camino” y nos invita a adorar al Hijo de Dios, nacido de María, verdadero Dios y verdadero hombre. La mano derecha está sosteniendo a Jesús, lo levanta, lo alza para mostrar su gran tesoro. Esta mano tiene la forma de un cáliz, que recibe la Sangre Redentora de Cristo. María la recoge, la muestra, nos la ofrece. Me gusta contemplar en este gesto a María, Madre de los sacerdotes y maestra de vida eucarística.

- La luz intensa que irradian los rostros y las vestiduras nos está gritando que Cristo es la luz del mundo, el faro luminoso que nos guía en el camino, la belleza suprema que ilumina nuestras vidas. ¿Dónde está la suprema belleza? ¿De quién procede toda belleza? De Cristo que se encarnó, murió y resucitó por amor al Padre y a todos nosotros. La luz que se refleja en el rostro de María nos recuerda que la belleza de la creación es transparencia de la belleza de Dios y que en el caso de María, la llena de gracia, brilla con una fuerza especial.

- El vestido de María es de color púrpura que representa su condición de Reina. Tiene tres estrellas, una en la cabeza y dos en los hombros: simbolizan su virginidad antes, durante y después del parto, así como la Santísima Trinidad. La tercera estrella, la del lado derecho es Cristo mismo:“Yo soy la estrella radiante de la mañana” (Ap 22,16). También la composición triangular del icono nos habla de la Trinidad que abarca y penetra todas las cosas, como el manto que cubre todo el cuerpo de la Virgen (“el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”, Lc 1, 35).

- La figura de María es dinámica, como la Iglesia en camino; la de Jesús es estática: roca firme que fundamenta el universo y que nos sostiene en las dificultades de la vida: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Rm 8, 35-39)

- Las letras que están junto a la cabeza de María son las iniciales de “Madre de Dios”, en griego. Nuestra Madre del cielo nos invita a todos sus hijos a participar de la vida de Dios en una intimidad familiar con la Santísima Trinidad, junto a la Madre, gracias a la puerta que Cristo Redentor nos abrió por su pasión, muerte y resurrección.

Este icono es una llamada a la conversión por el camino de la belleza: por la experiencia viva de la misericordia divina que se nos revela a través del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.


Ahora detente a ver la imagen, luego contémplala en actitud orante y finalmente gústala en tu interior, con la certeza de que contiene un mensaje de Dios para ti. A través de la mirada toma posesión del mensaje que Jesús y María te quieren dar y escucha la voz interior del Espíritu Santo. Que tus ojos te acerquen a la Santísima Virgen con una mirada de fe, suplicándole que te dé acceso a su intimidad para hacer más tuyo, más cercano el misterio de la misericordia de Dios.